jueves, 24 de marzo de 2011

Canciones encadenadas XVII: Irlanda


En la última entrega del juego de las canciones encadenadas, The Pogues y The Dubliners nos llevaron de Nueva York a Irlanda con su canción The Irish Rover. En esta, vamos a rodearnos de violines, flautas y pelirrojos borrachos escuchando música irlandesa o relacionada con la verde Irlanda.

Empieza el juego Teresa con The Lass of Aughrim, sacada del film The Dead (Dublineses) de John Huston.


Vídeo de RubDMC01

Atticus también opta por una película de temática irlandesa, la inolvidable The Quiet Man, de John Ford, en cuya banda sonora se escucha la canción The Isle of Innisfree de Richard Farrelly, que escucharemos cantada por Anne Shelton.


Vídeo de ferrarial

Seguimos sin salir del cine: Glòria nos trae Women of Ireland, interpretada por The Chieftains, que podemos escuchar en la banda sonora de Barry Lyndon, que dicho sea de paso, es una de mis películas favoritas.


Vídeo de wiktusix

Barbebleue nos saca de la sala de cine con un clásico barbazúlico, Van Morrison, y su canción Irish Heartbeat.


Vídeo de realvsmith

Alfredo nos trae esta intimista interpretación de Irish Ways and Irish Laws de Sinead O'Connor.


Vídeo de ChagrinGauthier

Xim nos descubre a un grupo irlandés, Villagers, con su canción Becoming a Jackal. Dice que tienen un futuro prometedor, y desde luego esta canción lo demuestra.


Vídeo de DominoRecords

José Luis me da a elegir entre la Irlanda dramática y la Irlanda de taberna, no sé si consciente de que mi primera opción siempre será la taberna, hablemos de Irlanda o de cualquier otro lugar. Pero, para evitar la repetición ya que más adelante escucharemos otra versión de la tabernaria Whiskey in the Jar, voy a hacer un esfuerzo y me quedo con la dramática My Love Is in America, de Dolores Keane con Mick Hanley.


Vídeo de ryerin

Kalamar nos trae una canción emblemática si hablamos de Irlanda, Danny Boy, cantada por Judy Garland. Aunque debo decir que a mí me gusta más esta otra versión.


Vídeo de nimbusmiranda

Assur elige el final de Riverdance, un espectáculo de baile tradicional irlandés (stepdance).


Vídeo de Ka3kay

Y por último, mi elección es la versión de la tabernaria Whiskey in the Jar que hizo el grupo de Castellón Tom Bombadil años ha y que se convirtió en uno de los himnos alcohólicos de mi generación: Whisky en el bar. La escucharemos en el que fue el regreso del grupo a la actividad musical en las fiestas de la Magdalena del 2009. Aunque no se me vea, yo estaba entre el público.


Vídeo de tombombadilcs

Para la siguiente entrada, vamos a pensar canciones relacionadas con el WHISKY, posiblemente el licor al que más música se ha dedicado.

domingo, 13 de marzo de 2011

Ligeti, la vanguardia y la autocrítica


"Respecto de la vanguardia se me ocurre la siguiente imagen: Estoy sentado en un avión, el cielo es azul, veo un paisaje. De pronto el avión se sumerge en una nube y todo se vuelve gris y blanco. Al principio, ese tono de gris parece interesante porque contrasta con el paisaje anterior, pero al poco tiempo resulta monótono. Cuando salimos de la nube, se ve de nuevo el paisaje, que ya no es el mismo de antes, ha cambiado totalmente. Con Schönberg y la Escuela de Viena, después con la generación de posguerra de Darmstadt y Colonia (a la cual más o menos yo también pertenecí), en este siglo hemos traspasado esa nube de alta entropía. En el preciso instante en que salgo de esa nube, veo -y lo digo de manera sumamente crítica- que hemos compuesto una música horrible. Nosotros todos, mi generación (no me excluyo). Esa música horrible fue una consecuencia de la música dodecafónica, del cromatismo total."
György Ligeti

Extracto de un diálogo entre György Ligeti y Manfred Stahnke disponible AQUÍ.


Vídeo de ElMiusikman

lunes, 7 de marzo de 2011

Maazel se despide del Palau de les Arts con 1984


Ayer se cerró una etapa de la corta historia del Palau de les Arts con la despedida de quien ha sido el creador y director titular de su excelente orquesta, Lorin Maazel. Se fue demostrando una vez más que es un grandísimo director y que se ha ganado el respeto y la admiración de los miembros de la orquesta, el coro y el público. Desgraciadamente, también ha demostrado que su talento como compositor no es acorde a su buen hacer con la batuta. Y es que su ópera 1984, representada en tan sólo tres ocasiones desde su composición (su estreno en Covent Garden, posteriormente en La Scala y ahora en Les Arts) es un engendro que dificilmente habría visto la luz de no tratarse su autor de quien se trata, si no tuviese las influencias que tiene y si no pudiese imponerla por contrato como todos sospechamos que hizo.

Aunque estaba previsto que esta obra se representase en la segunda temporada de Les Arts, una inundación forzó su retirada del cartel y la pospuso hasta ahora. Creo que a todos nos habría gustado que Maazel se pudiese despedir de su público con una obra de más calado, pero Helga no mandó sus sótanos a luchar contra los elementos y las cosas han venido así. Pese a todo, y como ya dije antes, la escasa entidad de 1984, una mezcolanza de estilos sin demasiado criterio (o peor, con un criterio perverso, lo explicaré a continuación) no ha sido impedimento para que Maazel diese lo mejor de sí mismo sobre el podio e hiciese sonar a la orquesta como sólo él sabe hacerlo.


¿Por qué digo que el criterio a la hora de mezclar estilos de Maazel es perverso? Siguiendo el acertado razonamiento de Fernando López Vargas-Machuca en su crónica de la función del pasado viernes (disponible AQUÍ), Maazel usa la música tonal de inspiración pucciniana (pero sin el talento de Puccini, huelga decirlo) para los momentos de exaltación del amor; el blues, el jazz o el estilo de los musicales de Broadway como recuerdo de una época mejor y como esperanza de un retorno a la felicidad y la música atonal para representar el mundo opresivo del año 1984, la dictadura del Gran Hermano y los tejemanejes de la Policía del Pensamiento. En un momento del segundo acto, cuando Winston escucha a una proletaria cantando una melodía de estilo pseudo-Broadway, dice algo así como: "Los proletarios son el futuro. El Partido grita, los proletarios cantan". Creo que esa es la clave de la obra, y que es una clave perversa. Como bien me dijo maac en el segundo entreacto, si Maazel considera que el Partido grita, podría haberse ahorrado buena parte de los gritos que constituyen el tedioso y excesivamente largo primer acto.

Y es que esa es otra de las razones por las que esta obra no consigue alzar el vuelo: el libreto es excesivamente descriptivo y poco teatral. Insiste una y otra vez en retratar un mundo que el espectador con un poco de cultura literaria ya conoce y hace que los personajes caigan con frecuencia en el monólogo infructuoso, totalmente ajeno a la acción. Los momentos con una música más elaborada, como la intervención de Syme o la clase de gimnasia, ambos en el primer acto, están absolutamente aislados de la trama y no tienen otra función que la de servir de ambientación.


Vocalmente, hay que destacar la actuación del Cor de la Generalitat, con el que Maazel se mostró inmisericorde al enfrentarlos a un volumen orquestal excesivo, y de los coros infantiles (Escola Coral Veus juntes de Quart de Poblet, Escolanía de la Mare de Déu dels Desamparats y Pequeños Cantores de Valencia).

Entre los solistas, me gustó Michael Anthony McGee como Winston Smith, más en lo actoral que en lo puramente vocal (habría que escucharlo en alguna obra más cantable para hacerse una idea de sus posibilidades). Nancy Gustafson (Julia), cuya voz acusa el paso del tiempo, no tiene problemas con un papel hecho a su medida. Lo mismo puede decirse del tenor Richard Margison (O'Brien), otra voz importante pero gastada, que me pareció el mejor cantante de cuantos subieron al escenario ayer. Tanto Silvia Vázquez como Andrew Drost, la primera en su doble papel de monitora y de borracha, el segundo como Syme, se enfrentan a una partitura difícil y la salvan de forma impecable. También Lynton Black (Charrington) y Mary Lloyd-Davies (proletaria) cumplen con corrección en sus breves papeles, así como la soprano Irina Ionescu cuyos sobreagudos se oyen por encima del coro de la primera escena y doblan por momentos a Syme en su primera intervención. Graeme Danby (Parsons) fue el único que no dio la talla y quedó tapado por la orquesta con facilidad.

Así como todas las críticas han coincidido en la mediocridad de la música y el libreto, también hay unanimidad en la buena opinión que merece la puesta en escena de Robert Lepage, basada en una plataforma giratoria que sirve para crear diversos ambientes, ayudada por el uso de proyecciones. La estética está muy lograda, mezclando elementos propios de la dictadura stalinista que inspiró a Orwell con otros que le resultan más cercanos al público actual, como los monos de color naranja de los prisioneros que inmediatamente relacionamos con Guantánamo. Lo mejor, sin embargo, no está en la escenografía ni en el vestuario, ambos muy logrados, sino en la cuidadísima dirección de actores, que consiguió sacar lo mejor de cada intérprete, especialmente del protagonista, al que somete a un gran desgaste físico.


A pesar de que su propia obra no está a su altura como director, Maazel fue braveado y aplaudido efusivamente por el público, más como agradecimiento por su labor durante los últimos años que por su calidad como compositor. Como su despedida coincidió con su 81 aniversario, la orquesta le sorprendió tocando "cumpleaños feliz", que fue coreado por el público y acompañado por el lanzamiento de octavillas y papelitos de colores. Tras largos minutos de aplausos, se cerró el telón y con él la primera etapa del Palau de les Arts. Queda por depejar la incógnita que a todos nos preocupa, si la orquesta superará la marcha de su creador y la escasez presupuestaria de Les Arts sin perder su calidad.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Maazel y el contrabajo más pequeño del mundo

Buscando información sobre la ópera 1984 de Lorin Maazel he dado con este vídeo, que no tiene nada que ver con tal obra sino con tal año, concretamente con el vienés concierto de año nuevo en el que Maazel, director de turno, decidió interpretar una polka de Johann Strauss él mismo con su contrabajo, si hacemos caso del locutor de TVE.


Vídeo de munrraku