miércoles, 30 de diciembre de 2009

Fin de año con Strauss


Acaba el 2009, empieza el 2010 y ya se sabe que lo que toca es escuchar música de los Strauss, pero como de los valses y las polkas va a ser difícil escapar, nosotros lo celebraremos escuchando a otro Strauss, Richard.

Traümerei am Kamin, en castellano "soñando junto al fuego", es un bellísimo fragmento orquestal de la ópera Intermezzo donde Strauss (Richard, que no Joseph) despliega sus dotes líricas. Lo escucharemos en la versión de la Filarmónica de Viena dirigida por André Previn.


Vídeo de drakprose

Y en medio de esta belleza despedimos el año y damos la bienvenida al siguiente. Que el año 2010 os traiga felicidad y buena música a todos.

¡FELIZ 2010!

lunes, 28 de diciembre de 2009

Madama Butterfly en Les Arts: Maazel vuelve a triunfar

Con la anterior Madama Butterfly de Les Arts ya me pasó: iba sin muchas ganas y salí contento, especialmente gracias a Maazel. En esta el efecto se ha multiplicado: iba con menos ganas, sobre todo porque no han pasado ni dos años desde que se programó este título con otra puesta en escena, y salí encantado. Y de nuevo, el principal artífice de mi satisfacción fue Lorin Maazel, que estuvo aun mejor que hace dos temporadas. Pero no fue el maestro el único que me hizo disfrutar.

Oksana Dyka, joven soprano ucraniana con una breve pero intensa carrera, cantó una sensacional Butterfly, sobrada de volumen incluso cuando la puesta en escena no jugaba a su favor, delicada (dentro de lo que cabe) en el primer acto y dramática en los dos posteriores, sin caer en la exageración. La suya es una voz todo-terreno, con agudos en punta cuya presencia destacaba sobre la masa orquestal y un centro maleable que se adaptaba con suma facilidad a las exigencias de la partitura. Nos dejó boquiabiertos con Un bel dí vedremo, momento que la mayoría de Butterflies intentan salvar sin desgastarse excesivamente porque aún les queda mucho que cantar y que ella aprovechó al máximo.

Aunque en la función de ayer estaba previsto el debut en Les Arts de Demos Flemotomos como Pinkerton, un aviso por megafonía antes de que empezara la función nos hizo saber que el papel sería interpretado por el italobrasileño Thiago Arancam. Curiosamente, ambos tenores presentan coincidencias en su biografía: Arancam ganó el segundo premio absoluto, el premio de zarzuela y el premio del público en Operalia 2008 y Flemotomos ganó los mismos premios en Operalia 2009. Por lo visto, Arancam fue llamado de urgencia para cubrir la baja de Flemotomos y apenas tuvo tiempo para familiarizarse con la escena ni para ensayar. Digo esto porque, aunque su rendimiento fue insuficiente, sonó engoladísimo y la orquesta le superó con frecuencia, me pareció una injusticia el abucheo que se llevó cuando salió a saludar. Ya sé que abuchear forma parte de la tradición operística, pero por favor, que era un sustituto, un chico que hace una semana ni siquiera sospechaba que iba a estar en Valencia cantando Pinkerton y que ha aceptado meterse en este lío para salvar una función que de otra forma seguramente se habría tenido que cancelar. Si este chico fuese el Pinkerton titular y lo hubiese cantado así no diría nada, pero siendo un cover de urgencia me parece muy mal que se le abuchee con tal saña. Cuatro años sin un buh (y motivos ha habido de sobra) y este año se abuchea hasta al sustituto. Ni tanto ni tan calvo, ¿no?

El resto de papeles estuvieron cantados con corrección, destacando la Suzuki de Marianna Pizzolato y el Sharpless de Gevorg Hakobyan, a quien me quedo con ganas de escuchar en papeles con más opción para el lucimiento, pues su voz es muy buena y quisiera saber si la sabe aprovechar.

Otro de los motivos por los que disfruté de esta Butterfly fue la puesta en escena de Marusz Trelinski, procedente del teatro Wielki de Varsovia. Será porque ya estoy hasto de ver la típica casita en la colina, las sombrillas rotatorias y demás parafernalia, pero esta producción me ha encantado. La dirección de actores es excepcional y la escenografía consigue momentos de gran plasticidad con grandes superficies de color que cambian según lo hace el ánimo de los personajes. Es, por tanto, una puesta en escena más psicológica que realista, lo que explica la licencia de hacer aparecer a Butterfly en barco y otras muchas que se toman durante la obra y que a mí en ningún caso me parecieron chirriantes, más bien todo lo contrario: me ayudaron a meterme en la trama, algo que sin ayuda posiblemente nunca habría hecho por ser el de Butterfly el argumento con el que más me cuesta empatizar de toda la obra de Puccini.

Pero, después de todo lo que he comentado, vuelvo al principio y digo que si hubo algo que me hiciese disfrutar por encima de todo fue la labor de Lorin Maazel. Con esos tempi lentos pero nunca relajados que ya son marca de la casa, se dedicó a diseccionar la partitura, detalle por detalle, exprimiendo la sonoridad de la orquesta que ayer sonó como en las mejores ocasiones. A diferencia de su anterior Butterfly, no hubo efectismos ni gestos de lucimiento de cara a la galería. El maestro consiguió con eso dotar a la obra de una uniformidad y de una coherencia que faltó entonces. Es curioso eso de mostrar todos los detalles y a la vez conseguir que el conjunto sea coherente, algo al alcance sólo de grandes directores y de grandes orquestas. Y ya que estamos, de grandes coros: excepcional el coro a bocca chiusa que cantaron bajo la dirección de Francesc Perales.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Canciones encadenadas II: Eskimo


Seguimos con el juego de las canciones encadenadas. Como ya sabéis, originalmente el juego era una simple excusa para ir trayendo por aquí canciones que me gustasen y por lo tanto era algo muy personal. Sin embargo, las propuestas que hicisteis algunos de vosotros en la anterior entrada me han gustado tanto que me parece una lástima que se pierdan. Vamos a escucharlas en el mismo orden en el que aparecieron y acabaremos con la que yo había pensado originalmente.

Recordemos que la palabra elegida para seguir la cadena era eskimo. Alfredo propuso muy habilmente la canción de Lluis Llach T'eskimo, no vamos a discutir ahora por una letra, que en realidad se llama Amor particular.


Vídeo de 222pj222

Allau propuso una canción que incluye la palabra eskimo y que a mí no se me había ocurrido a pesar de que Bob Dylan me gusta mucho: The Mighty Quinn. Como me niego a poner la versión de Manfred Mann o la de The Hollies, os dejo el único vídeo que he encontrado con Bob Dylan y The Band, aunque ya os aviso de que las imágenes dejan bastante que desear.


Vídeo de ramentastic

Barbebleue pasaba de eskimo a ozono porque él lo vale y proponía Lost in the Ozone Again de Commander Cody and His Lost Planet Airmen. Debo confesar que no conocía ni la canción ni el grupo. ¿Como definiríamos esto? ¿Country psicodélico?


Vídeo de vradul

Por mi parte, la canción que tenía pensada desde un principio, la primera que me vino a la cabeza por tratarse de una de mis canciones favoritas es One of Us Cannot Be Wrong, que cierra el debut discográfico de Leonard Cohen. La última estrofa de esta canción empieza diciendo An eskimo showed me a movie / he'd recently taken of you.


Vídeo de balcky666


La palabra con la que seguiremos es movie.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Veni veni Emmanuel


Vamos a escuchar nuestra porción anual de música navideña. En este caso, siendo muy estrictos, sería música pre-navideña, pues el uso litúrgico de la pieza que he seleccionado se lleva a cabo entre los días 17 y 23 de diciembre. Pero no vamos a ser estrictos, ¿verdad? Así que lo vamos a colar como un villancico.

Veni veni Emmanuel es un monstruo de Frankenstein musical, una suma de partes distintas que se unen para formar un nuevo cuerpo. La letra es una mezcla de distintas antífonas anteriores que probablemente se realizó en el siglo XII. La música tiene su origen en el siglo XV y originalmente era un himno procesional que usaban los monjes franciscanos en Francia para sus servicios funerarios con la letra del Libera me. No se sabe en qué fecha la melodía se separó de su letra primigenia y se unió a la mezcla de antífonas del siglo XII, cambiando radicalmente su utilización en la liturgia.

Existen varios arreglos para esta pieza, incluso distintas traducciones, siendo especialmente famosa la traducción al inglés realizada por John M. Neale en 1851, que ha sido incorporada a las ceremonias de la iglesia anglicana. La versión que vamos a escuchar nosotros, con la letra original en latín, es un arreglo del genial compositor húngaro Zoltán Kodály. Está interpretada por L'Accorche-Choeur, Ensemble Vocal Fribourg.

Espero que la disfrutéis. ¡Felices fiestas a todos!


Vídeo de bispofr

sábado, 19 de diciembre de 2009

Canciones encadenadas I: Beck y Zappa

Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar. Salvador Dalí

Hace ya mucho tiempo que no hacemos una excursión fuera de la música clásica y la ópera, así que me he inventado un juego para ir trayendo por aquí canciones que me gustan y que de otra manera quizá nunca tendrían su oportunidad en el blog.

Voy a empezar con una canción cualquiera, en este caso la última canción que escuché antes de que se me ocurriera esto: We live again, de Beck.


Vídeo de multivitamins4all


Elijo una palabra o un verso de la canción que por lo que sea me llame la atención y lo relaciono con otra canción donde también aparezca. En este caso: "These whitered hands have dug for a dream", me ha traído a la memoria el verso "Dreamed I was an eskimo" de Don't eat the yellow snow, de Frank Zappa. Como no seré yo quien meta la tijera en medio de la suite que empieza con esta canción, os la traigo toda entera: Don't eat the yellow snow, Nanook rubs it, St. Alphonzo's Pancake Breakfast y Father O'Blivion.


Vídeo de bassruler53

La palabra elegida para el siguiente eslabón de la cadena es eskimo. Como viene siendo habitual, no habrá una periodicidad fija para esta sección porque soy muy poco dado a las periodicidades.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

August Seider, un heldentenor en el olvido


La sombra de Lauritz Melchior es tan grande que oculta a casi todos los cantantes que tuvieron la desgracia de coincidir en el tiempo y en el repertorio con él. Dado que Melchior era un prodigio casi inhumano, hemos de imaginar que son estos tenores ocultos, casi olvidados, los que nos ayudarán a hacernos una idea acerca de cómo sonaban los tenores heróicos que se podían escuchar en los teatros que no tenían la fortuna de poder contratar al gigante danés.

Uno de esos tenores, tan olvidado que no he podido encontra apenas información sobre él, es August Seider. Su voz es la de un auténtico heldentenor, especie ya extinguida pero habitual en su época. Formó parte de la Ópera de Munich, que también contaba con otros dos cantantes de esta cuerda, Günter Treptow y Bernd Aldenhoff. Se nos escapan las razones por las que hace unos años un teatro podía contar con tres tenores heróicos cuando hoy son muy pocos quienes se atreven con tal repertorio, y en la mayor parte de las ocasiones lo hacen forzando un instrumento lírico.

Lógicamente, su rendimiento está muy por debajo del de Melchior, Lorenz o Windgassen, lo que explica su olvido. Sin embargo en su época hizo una buena carrera y participó en algunas grabaciones, aunque desgraciadamente lo hizo cuando su instrumento ya estaba desgastado y su timbre se había tornado leñoso. Está presente, entre otras grabaciones, en los Meistersinger de Toscanini como Walther y cantando el papel principal en un Tannhäuser de estudio dirigido por Heger del que escucharemos su escena final. A continuación, el aria de Max de la ópera Der Freischütz de Weber e In Fernem Land, de Lohengrin, con un principio que a mí al menos me suena raro, raro, raro en lo que a afinación se refiere.


Vídeo de symyu




Vídeos de gnativerson

domingo, 13 de diciembre de 2009

Jessye Norman canta Je te veux, de Satie


Erik Satie era un tipo raro. Coleccionaba paraguas, evitaba definirse como músico (prefería los términos gimnopedista y fonometrógrafo, que él mismo había creado), titulaba sus obras de manera extraña (Vexations, Psitt! Psitt!, Prélude canin...), inventó la música de mobiliario, cuya finalidad era no ser escuchada. Fue sin duda un genio de la música, incomprendido en su día, apreciado sólo por los amantes de las vanguardias artísticas.

Durante toda su vida compuso mucha música para cabaret o café cantante, lo cual fue visto por muchos como algo deshonroso o como una constatación de que era un músico sin talento, pues de otra forma se habría dedicado a componer conciertos, sonatas, sinfonías u operas. Pero hoy podemos comprobar que Satie era capaz de alcanzar la belleza con una simple melodía para ser interpretada en un café cantante. Cuántos respetables sinfonistas darían lo que fuera por poder llegar a momentos de inspiración como por ejemplo este vals titulado Je te veux:


Vídeo de rubenmsk

martes, 8 de diciembre de 2009

Jenufa (segundo reparto) en el Teatro Real

Como ya os informaron mis robots, he disfrutado de unas breves vacaciones en las que he podido asistir a un concierto de la ONE y a una función de la ópera Jenufa. Por un error de programación, el segundo robot os informó de la representación de Jenufa un día después de que tuviera lugar. Programar no es lo mío.


Muchas veces, tras escuchar una función de ópera, comentamos que sólo por escuchar a tal o cual cantante, por la dirección, por la escenografía o por lo que sea ya ha valido la pena haber asistido. Otras veces decimos que los puntos negros acabaron pesando más que los aciertos y salimos decepcionados o con la sensación de haber perdido el tiempo y el dinero. Muy pocas veces salimos del teatro sin haber encontrado ningún factor especialmente atractivo por sí solo pero conmovidos por la excelente unión de todos ellos y eso fue lo que pasó el pasado domingo en el Teatro Real de Madrid, donde tuvo lugar la segunda función de la ópera Jenufa de Leos Janacek, primera con el segundo reparto.

El primer acierto de estas representaciones es la puesta en escena de Stéphane Braunschweig, sencilla, neososa, pero muy efectiva. Utiliza muy pocos elementos pero siempre lo hace con sentido, sin efectismos pero también sin aburrir en ningún momento, sin caer en simbolismos absurdos o en caprichos inexplicables, cuidando los detalles y el movimiento de los solistas y el coro. Mención aparte merece la estupenda iluminación de Marion Hewlett, encargada de delimitar espacios en el escenario, creando distintas zonas de luz y sombra que actuán en ocasiones a modo de paredes.

Otro gran acierto fue la dirección de Ivor Bolton, que supo extraer todo el dramatismo de la partitura y mantener la línea sin altibajos. Cierto que fue un Janacek de brocha gorda, sin demasiadas sutilezas ni explosiones de exaltación orquestal, pero teniendo en cuenta cómo suele sonar la orquesta con su titular y cómo sonó con Bolton, no se puede más que alabar su trabajo. Bien el coro Intermezzo, mejor la parte masculina que la femenina, demasiado heterogénea.


De entre los cantantes, ninguno especialmente brillante pero todos correctos. Andrea Danková en el papel titular dio todas las notas en su sitio y cumplió adecuadamente, pero no destacó ni por timbre (oscuro, pero no especialmente atractivo), ni por volumen, ni por técnica, ni por emotividad. Tampoco lo hizo Gordon Gietz como Steva, de quien se podría decir lo mismo. Mejor estuvo Jorma Silvasti como Laca, muy implicado en el papel y valiente en lo vocal, pese a no ser el suyo un instrumento muy llamativo. El resto de personajes estuvieron dentro de la corrección, al igual que los solistas, sin que ninguno de ellos llamara especialmente la atención.


Me dejo para el final la Kostelnicka de Anja Silja, a quien el publico premió con una merecida ovación y que supo destacar en una función en la que nadie sobre el escenario pudo hacerle sombra. Cierto es que sus facultades vocales son las que son, o sea, las de una mujer de 69 años que encima se ha pasado su juventud cantando papeles que excedían su capacidad. Lleva muchos años cantando la Kostelnicka, primero de forma notable en todos los aspectos, después supliendo con su fantástica capacidad dramática sus carencias vocales y últimamente confiando casi exclusicamente en lo actoral, pero aún así es innegable que desde que hace su entrada en el primer acto todos los ojos se centran en ella y allí siguen a lo largo de toda la función. Su carisma hace que acabemos rindiéndonos ante su interpretación, sin olvidar su vibrato, sus agudos potentes pero de afinación aleatoria y su pobreza en los registros medio y grave. Pero nada de eso importa, no al menos en una ópera como esta donde la emotividad está a flor de piel, donde el cantante no se debe limitar a dar una serie de notas determinadas (en cuyo caso su elección para el papel sería impensable) sino a transmitir al público toda la carga dramática implícita en la partitura. Una grande de la escena a la que me alegro mucho de haber podido disfrutar en vivo.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Entrada robot: Jenufa, de Leos Janacek


Saludos, terrícolas. Soy otro robot programado por Titus antes de irse de vacaciones. Si todo va bien, en estos momentos Titus está escuchando esto:


Vídeo de Onegin65

sábado, 5 de diciembre de 2009

Entrada robot: Sinfonía 40 de Mozart




Hola humanos.

Soy un robot programado por Titus antes de irse de vacaciones. Si todo ha salido según lo previsto, en este momento Titus está escuchando esto:


Vídeo de osmontes

martes, 1 de diciembre de 2009

Density 21.5, de Edgar Varèse


La obra más conocida del revolucionario compositor franco-estadounidense Edgar Varèse es Density 21.5, una breve pieza para flauta travesera sola. Varèse la compuso en enero de 1936 por encargo del virtuoso de la flauta Georges Barrère, quien la usó para estrenar en público su nueva flauta fabricada en platino, material cuya densidad es de aproximadamente 21.5. En 1946, antes de ser publicada, la partitura fue retocada por su autor.

Hay un antes y un después de Density 21.5 en la técnica flautística. Varèse, que solía explorar los límites de la sonoridad de los instrumentos, llegando a incorporar el ruido como parte de la música, introduce en esta pieza el golpe de llave como refuerzo del modo de atacar una nota. Podemos decir que esta pieza marca el inicio de la exploración de nuevos recursos tímbricos y técnicos en el instrumento, un camino que seguirán muchos otros autores a partir de los años 50 y 60.

Dos breves líneas melódicas sirven de base a esta pieza. La primera, que abre y cierra la obra, es modal y sigue un ritmo binario. La segunda es atonal, sigue un ritmo ternario y se desarrolla a partir de breves evoluciones que siguen a las repeticiones de la primera idea. Ambas líneas, de similar duración, están separadas por un intervalo en el que se utilizan los golpes de llave arriba mencionados para generar un efecto de percusión. Como ya hacía Bach en sus piezas para violín solo (me remito a una entrada reciente en el castillo de Barbebleue), para violonchelo solo y también para flauta sola, Varèse crea un efecto polifónico, si bien su método para hacerlo se basa en la exploración de nuevas sonoridades y en el contraste entre diversos registros.

El uso de ciclos interválicos, tritonos, acordes de séptima disminuída y otras muchas palabrejas cuyo significado desconozco sitúa a Varèse, según el musicólogo George Perle, a la misma altura que Scriabin y el círculo de Schoenberg entre los compositores revolucionarios que renovaron la tradición musical en el siglo XX.

A estas alturas puede que a algún lector se le haya despertado la curiosidad, pero seguro que a más de uno lo que se le han despertado son las ganas de salir corriendo. No lo hagáis, dadle una oportunidad, vale la pena. Escuchemos Density 21.5 en la interpretación de Laura Pou.


Vídeo de ConjuntXXI